El cuerpo de obra esta basado en piezas esféricas las cuales nuestro cerebro asocia como una figura ancestral, ya que por no tener ni principio ni fin, expresa el sentido de la vida humana y el universo. El centro representa el origen, la unidad primordial de donde todo surge mediante irradiación. Simboliza el espíritu y la eternidad. La circunferencia representa la manifestación, la pluralidad, la materia, lo temporal. Desde otro punto de vista, centro-círculo-circunferencia forman una tríada, pues el número tres significa la manifestación y a su vez la vuelta de la dualidad a la unidad.
En la cultura budista el arte zen se limita en ocasiones a trazar un simple círculo que se utilizan en el hinduismo y budismo como soporte de meditación. Son la expresión visual (los mantras serían su versión sonora) de determinadas cualidades o influencias espirituales.
Desde la más remota antigüedad el círculo ha servido para entender y medir el tiempo. Así lo hicieron los babilonios que lo dividieron en 360º. Su nombre, Shar, designaba el universo o cosmos. Los relojes presentan una esfera a través de la cual van girando las manecillas para que sepamos el momento cíclico del día en que estamos, así como para orientarse en el espacio se utiliza la brújula.
Es importante reflexionar si realmente dedicamos un tiempo consciente para alimentar nuestra alma, para encontrar un momento de paz y esa constante evolución la cual es tan necesaria hoy día.